- La adopción de pagos contactless y billeteras digitales está creciendo con fuerza en México y Latinoamérica. En la región, este mercado alcanzará los $95 mil MDD hacia finales de este año, con un crecimiento anual del 13.9 %
La adopción de pagos contactless y billeteras digitales está creciendo con fuerza en México y Latinoamérica, lo que lleva al comercio electrónico hacia un nuevo nivel de accesibilidad y eficiencia.
Según un estudio de Mordor Intelligence, se prevé que este año el segmento llegue a los $3 mil MDD, con una tasa de crecimiento anual compuesta del 18.4 % entre 2025 y 2030. En la región, este mercado alcanzará los $95 mil MDD hacia finales de este año, con un crecimiento anual del 13.9 %.
El estudio “Pagos en Latinoamérica en 2025: De la inclusión a la sofisticación”, realizado por Kushki y PCMI, destaca que los pagos contactless, ya sea por tarjetas con tecnología NFC o dispositivos móviles, representan la tendencia de crecimiento más acelerado en la región, transformando cómo los consumidores interactúan con el comercio. En México, más del 50 % de los usuarios de smartphones ya utilizan billeteras digitales y se proyecta que esta cifra aumentará significativamente hacia 2026.
“Los pagos sin contacto han dejado de ser una moda para convertirse en una pieza clave de nuestra vida diaria. La velocidad, comodidad y seguridad que brindan los dispositivos NFC y códigos QR nos acercan cada día más a una realidad sin efectivo. Hoy, ya más del 50 % de personas que tiene un smartphone cuenta con una de estas billeteras”, mencionó Fernando López, country manager de Kushki México.
El crecimiento de esta tecnología responde a ventajas claras. La rapidez en las transacciones reduce los tiempos de espera y agiliza las operaciones en comercios físicos. A esto se suma una mayor seguridad, gracias al uso de cifrado, tokenización y autenticación biométrica, lo que disminuye considerablemente el riesgo de fraude.
Además, las billeteras digitales se posicionan como herramientas clave para mejorar la inclusión financiera, al facilitar el acceso a pagos digitales a personas no bancarizadas o sin historial crediticio tradicional.
“No obstante, también existen retos importantes para consolidar este cambio. Uno de ellos es la educación del usuario, ya que aún se observa una fuerte preferencia por el uso de efectivo en transacciones cotidianas, especialmente en sectores informales”, añade López. También persiste una infraestructura desigual en el país, con brechas de conectividad y digitalización en zonas rurales y comunidades vulnerables. Finalmente, la confianza en las plataformas digitales debe fortalecerse, particularmente en lo que respecta a la protección de datos personales y la prevención del fraude.
Ante estos desafíos, Kushki recomienda a las empresas adoptar estrategias de protección y promoción del uso de contactless, como: tokenización, cifrado para proteger datos sensibles, incorporación de motores de detección en tiempo real basados en IA que identifiquen transacciones inusuales y desarrollar programas de educación financiera dirigidos a consumidores y comerciantes.
De acuerdo con proyecciones de la industria, la adopción de billeteras digitales crece alrededor de 30 % anual. Esto no solo refleja una tendencia tecnológica, sino un cambio estructural en la forma en que los consumidores gestionan su dinero y en cómo interactúan con las marcas y plataformas digitales.
“Estamos en el umbral de una transformación profunda: las billeteras digitales ya no son una opción, sino un componente central del sistema financiero. El reto será integrar esta tecnología de forma inclusiva y segura, potenciada por la colaboración entre fintechs, reguladores y empresas”, concluyó López.
Frente a un entorno digital cada vez más dinámico y exigente, los pagos contactless y las billeteras digitales ya no son simplemente una tendencia: son el futuro del ecosistema de pagos en México. La clave para su consolidación radica en invertir en tecnología, diseñar políticas de protección al usuario, y fomentar una cultura digital que prepare al país para una economía sin efectivo.
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